Una vena de inspiración que se ha hecho grande hasta convertirse en la Antología Genderless. Esta es mi aportación; este es mi microrelato. Muere ROSA muere habla del dolor, de la pérdida y de ese pozo que tanto cuesta salir.
©LorenaS.Gimeno
Diseño de portada y corrección: Lorena S. Gimeno
Tipo: relato dramático
Escrito en: septiembre de 2017
A veces despierto y espero encontrarte a mi lado. Sueño que te cojo de la mano y, cuando abro los ojos, esta se escurre de entre mis dedos. En menos de un segundo, lo que antes era tangible y real se desvanece entre las sábanas y me deja a solas. Se me forma un nudo en la garganta y estrujo el puño hasta sentir dolor. Porque el dolor es lo único que puedo sentir.
Suspiro y me convierto en una estrella de mar varada en algodón tejido de felicidad y buenos momentos. Pero ya no estás. Ya no estás. Mierda, joder.
Golpeo el colchón con el puño y rebota hasta que me hace daño. Porque el dolor me calma. Pataleo en el ensordecedor sonido de los muelles quejándose, llorando por mí. O eso me gustaría; porque delegar emociones es una dulce quimera escurridiza.
Cierro los ojos y no puedo evitar recordar el roce de mis dedos por tu barbilla y hacia abajo. Las manos se me mueven por las sábanas y siento que casi puedo tocarte. La línea del esternón, esa barriguita sexy y el ombligo; las palmas de tus manos, tus labios y tus pestañas. Casi siento en la lengua el sabor de tu piel y la textura de tu carne en los dientes.
Mierda, joder. Me muerdo el brazo de la rabia y hundo la cara en la almohada para gritar. Y me dejo las cuerdas vocales. Me reviento la tráquea hasta que no me quedan fuerzas y la almohada sabe a sal.
El despertador suena y me ruge el estómago. Tengo que ponerme en pie, tengo que ducharme, vestirme y volver a mi vida normal. Necesito hacerlo pero lloro en la ducha, cuando me peino y me visto. Los ojos se me hinchan y sigo llorando en el coche mientras canto las canciones de la radio. Porque ya no estás. Mierda, joder.
El día me pesa y la noche me mantiene en vela. Un círculo vicioso de miseria y dolor. Porque el dolor es lo único que puedo sentir. Porque ni siquiera puedo enfadarme contigo por haberme dejado.
Si al menos me hubieras dejado podría volcar todo mi dolor en deformar cada recuerdo; convertir cada sonrisa en mentira y cada caricia en fingimiento. Recuerdos amargos de una mala persona… Porque la mente puede hacer eso. Pero no quiero hacerlo.
No quiero olvidarte y cada día que pasa me cuesta más recordar tu olor. Tu ropa ya no huele a ti; solo a mi soledad y avaricia. Ya no me excito, ya no puedo saborear tu café. No puedo mirar tu cara en nuestras fotos y cada vez que creo poder recordarte con una sonrisa me veo en el hospital. Recuerdo ese último momento, esa rendición en tus ojos.
Me has dejado, aunque no voluntariamente. Sin embargo te rendiste y me duele. Porque te quiero, porque te necesito y tengo los más horribles sueños recordándote. Porque ya solo queda una rosa en las macetas de nuestro pequeño jardín de balcón. Muere, rosa, muere. Muérete ya y déjame con mi miseria y sufrimiento. Porque lo único que quiero sentir ahora es dolor.