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Lorena S. Gimeno

Seis formas de describir personajes

Hoy estreno sección nueva. Una de las muchas sobre escribir y el proceso creativo. Y, como hace tiempo escribí este artículo sobre describir personajes,he decidido darle un repaso y aquí os lo traigo.

Si llevas tiempo escribiendo, quizá ya hayas encontrado la forma ideal (para ti) de describir a tus personajes para que tus lectores los vean de la forma más similar a la tuya. Sin embargo, si eres de los que aún no está contento o no sabe cómo describir a sus personajes, aquí encontrarás seis formas de describir personajes dependiendo de cómo quieras que los lectores los imaginen.

Descripción de cuento

Es la forma más básica de descripción. En la que como narrador te centras en, como mucho, el pelo, los ojos, la edad y la complexión del personaje (si son importantes para la historia). Lo más normal es que describas a los personajes mediante apelativos como «el príncipe» o «el vagabundo»; de forma que para estas descripciones tus mayores aliados son los personajes tipo.

Sin embargo, hay otro tipo de descripción de cuento que se centra en las características destacables de los personajes para que sean fácilmente reconocibles. Es decir, que en la imaginación todos los personajes son iguales hasta que tú les dices que Fulanito tiene las orejas colgantes y Menganita tiene los ojos como los de una rana. En este punto, no necesitas nada más para avivar la imaginación del lector porque lo demás no es relevante para la historia.



Descripción exhaustiva

Bien cuando el personaje a describir es muy importante; bien porque quieres que los lectores tengan toda la información posible. La descripción exhaustiva no se centra en nada y lo dice todo (tanto el físico como la personalidad y/o los gestos y manías); por lo que se ruega seguir una serie de normas para no confundir:

  • Deja claro a quién estás describiendo y, para no confundirte tú, ten fichas de personajes hechas.
  • Sigue un orden; sea de pies a cabeza o de cabeza a pies. Y lo mismo para la cara.
  • Si no das la descripción completa en un párrafo (o no quieres hacerlo), incluye la descripción exhaustiva en pequeñas dosis entre diálogos o actuaciones. Es decir, que el nuevo personaje hable con uno conocido y el personaje «veterano» se fije en sus ojos, en cómo mueve las manos, cómo camina, sus expresiones,… Estas descripciones a dosis evitan cortar el ritmo narrativo y agilizan la lectura.
  • Para que se considere exhaustiva, debes describir (además de lo lógico): forma de mandíbula y rostro; complexión y marcas bajo la piel tipo venas marcadas, tendones, huesos; posibles cicatrices, arrugas o pecas;  gestos remarcables; forma de vestir; peinado;…
  • Crea una paleta de colores. Es decir, que aunque dos personajes tengan el pelo marrón no puedes decir eso; sino que uno lo tendrá pardo y el otro castaño. De esta forma creas matices y diferencias.

Descripción psicológica

Esta descripción puede ir sola o ser un complemento de la descripción exhaustiva. Es decir, que sirve para que los lectores sepan cómo es el personaje por dentro. Gustos, traumas, moral, cómo reacciona a una u otra situación,… La descripción psicológica, por sí sola, se usa cuando el físico de los personajes es irrelevante para la historia mientras que su forma de pensar es lo que marcará la diferencia. En cuanto a las novelas que incluyen este tipo de descripciones, cuanto mayor es el rango de edad más incluyen este tipo de descripciones.

¿El motivo? Crear facciones. Es decir, que quieres que los lectores se sientan identificados con unos u otros personajes, y así los defiendan frente a otros lectores con diferente opinión.

Sin ir más lejos, la novela romántica se vale mucho de estas descripciones para que haya lectores que prefieran que el/la protagonista se quede con uno/a u otro/a chico/a; de la misma forma que la novela moral (que pretende que aprendas algo de su historia) hará que seas más afín a protagonistas varios, a unos o incluso estés de parte de los antagonistas (que no villanos).

Para finalizar, la descripción psicológica no pide ser dada de golpe en un párrafo; ni siquiera en el mismo capítulo. Que los lectores vean cómo son los personajes a medida que avanza la historia hará que se note un desarrollo de los mismos y gusten más; de la misma forma que un personaje que parecía ser de una forma puede resultar de otra más adelante.

Descripción sensitiva

Este tipo de descripción es especial por el hecho de que no utiliza colores ni formas para describir al personaje; solo las sensaciones que transmite. Un rostro afable, una mirada lúgubre y profunda, una forma errática de caminar, un cuerpo libidinoso,…

Estas descripciones te permitirán controlar qué «ve» el lector del personaje. Es decir, que si dices que Mariacastaña tiene un posado alegre; sin importar quién lo lea siempre tendrán la misma sensación.

Por supuesto, este tipo de descripción puede actuar por su cuenta, pero suele acompañar descripciones psicológicas más profundas y rasgos físicos remarcables. Por ejemplo, una mirada furibunda a juego con la cicatriz de su rostro.

¿Y dónde está el límite? Básicamente está en la cantidad de adjetivos que conozcas. Pero recuerda apuntar qué adjetivos van con qué personaje para no confundir sensaciones.

Descripción comparativa

Muy similar a la descripción sensitiva. Este tipo de descripción se vale de lo que los lectores conocen para que sepan cómo son los personajes. Cuerpo de bailarina, alma de guerrero, ojos como zafiros, cabello cual hojas en otoño, rictus de cadáver, mirada de detective,… La variedad está en tu propio conocimiento.

Además, no solo las comparaciones son válidas para este tipo de descripción, sino también las metáforas y las frases hechas.

Este tipo de descripción puede servir para intercalar con alguna de las anteriores, mezclar o incluso ser la única disponible. Al fin y al cabo, con comparaciones podemos abarcar tanto el ámbito físico como el psicológico.

Descripción de apelativos

La última que vamos a tratar, pero no por ello menos importante. La descripción de apelativos es un buen respaldo para la narración en tercera persona y se utiliza desde tiempos de los griegos; donde los dioses, además de ser llamados por sus nombres, tenían decenas de apelativos (llamados epítetos) que, al decirlos, todo el mundo los relacionaba con ellos.

¿De qué va? Pues de tener una serie de palabras relacionadas con los personajes que, además de ayudarnos a describirlos, ayudarán a los lectores a reconocerlos más fácilmente y a nosotros no repetirnos continuamente usando los nombres para nominarlos en la narración.

11019288613_fc90fae001_bPor ejemplo, la diosa Atenea tenía cientos de epítetos que la describían:

  • la de ojos verdes
  • la de ojos brillantes
  • la consejera
  • la protectora de la ciudad
  • la de vista aguda
  • la doncella
  • la virgen
  • la de numerosos inventos
  • la que lucha delante

De la misma forma, puedes crear apelativos de tus personajes a raíz de sus ojos (la de ojos verdes), su actitud (el engañoso), su estatus social (la condesa), su trabajo (el periodista), su situación en la historia (la víctima),… Así que el límite lo pones tú; pero recuerda apuntar los apelativos de cada personaje.

Consejos para el uso de descripciones

Lo normal es que, una vez encuentres tu estilo (tanto narrativo como descriptivo), trabajes en desarrollarlo y mejorarlo. Sin embargo, nosotros somos partidarios del hecho de que cada historia tiene una forma ideal de ser contada (aunque se pueda contar de cualquiera). De la misma forma, cada historia necesita unos tipos de descripciones concretas. Así que piensa bien qué quieres que sepan los lectores de tus personajes antes de ponerte a describirlos. Porque lo importante es cómo llegan al lector, no cómo los imaginas.

¿Y tú? ¿Conoces otros tipos de descripciones? ¿Cuáles usas y cuándo?