Los vampiros son seres hermosos como ángeles —en realidad, mantienen el mismo aspecto que cuando eran humanos, pero su “influencia” sobrenatural lleva a los humanos a considerarlos hermosos—, pálidos y tienen una gran capacidad de regeneración si están bien alimentados. Por naturaleza, poseen fuerza, rapidez, vista, oído y olfato desarrollados de forma sobrehumana. Los vampiros son realmente astutos y se rigen por una serie de normas complejas.
Se dice que cuatro de los siete pecados capitales fueron sacados de ellos: soberbia, avaricia, pereza y envidia por el hombre, que puede salir a la luz del sol sin necesidad de esconderse.
Un tumor que congela el cuerpo vivo
El recuento cromosómico de un vampiro es el mismo que el de un humano. Al parecer, el vampirismo es un tumor —parecido al cáncer— que se extiende por todo el cuerpo, congelando cada célula de este. Puede ser hereditario —aunque debe ser por fecundación in vitro ya que los óvulos y los espermatozoides de estos individuos están congelados— o transmisible por la sangre o la ponzoña que segregan en vez de saliva, que es una concentración venenosa del tumor. Los vampiros son, como los reptiles, de sangre fría, y su temperatura corporal nunca sobrepasa los 30ºC. El tumor hace que sufran una especie de mutación genética, haciendo así que en las mandíbulas superior e inferior desarrollen glándulas que generan la ya mencionada ponzoña, la cual pueden suministrar a sus presas mediante unos colmillos curvados, huecos y móviles, como los de las serpientes, para evitar que la presa escape.
Los fetos pueden heredar tanto de la madre como del padre la enfermedad, pero esta no se manifestará hasta que el cuerpo no alcance la madurez. No hay una edad concreta para ello y se considera que tiene que ver más con la mente que con el cuerpo del sujeto.
La regeneración del cuerpo de un vampiro no tiene otra explicación que la de la sangre. Su cuerpo no asimila los sólidos y los líquidos no les proporcionan los nutrientes necesarios para sobrevivir. Pero cuando beben sangre, sus células reparten los nutrientes por todo el cuerpo y, si tienen alguna herida, usan la sangre caliente para regenerar su piel y músculos rápidamente y curarla.
Un vampiro necesita unos dos o tres litros de sangre diaria de su mismo grupo sanguíneo para poder tener reservas para regenerarse. La sangre que no es de su mismo grupo no les sirve para sobrevivir y, por ese motivo, su olfato les permite conocer el grupo sanguíneo de su presa.
Aun así, la sangre animal —de cerdo, vaca, o incluso ciervo— les permite mantenerse vivos a cambio de perder sus facultades sobrehumanas.
Por último, este tumor congelador no los permite envejecer.
La “magia”
Los vampiros, si cabe, son más inexplicables que los licántropos. Pueden transformarse siempre que les plazca en una forma híbrida que les permite volar con alas de murciélago o transformarse en niebla o una horda de murciélagos. Esta forma híbrida les dota con colmillos retráctiles —de la forma antes ya comentada—, sus ojos se rasgan y vuelven totalmente rojos, a parte de aparecerles garras y orejas puntiagudas.
Con sus ojos pueden hipnotizar a sus víctimas. Algunos incluso pueden leer sus mentes. Pero no solo sus ojos los hacen irresistibles, toda su cáscara en general los hace el “perfecto depredador”.
Dentro de lo que cabe, hay diferentes grados de transformación —dependiendo de lo que necesiten— pero, cuando tienen sed de sangre, no pueden evitar que sus ojos y colmillos cambien.
Los vampiros no pueden salir a la luz del sol ya que su piel se quema al contacto con la luz solar. El oro los daña seriamente —aunque siempre se haya creído que se debe utilizar plata o clavarles una estada en el corazón— y las noches de luna llena no pueden transformarse pero, las noches de luna nueva, son más fuertes y tienen más sed, cosa que ellos odian pues necesitan poder controlarlo todo.
Forma de vida de un vampiro
Los vampiros son seres serenos y solitarios pero pueden vivir perfectamente en pareja —en general, para matar el aburrimiento— o en familia.
Los vampiros forman comunidades en todas las ciudades en las que residen. Estas rigen las normas para no ser descubiertos por los humanos, ayudan a los vampiros que toman un mal camino o a los recién llegados, y vigilan que las normas se cumplan.
Según su edad, los vampiros tienen un status social diferente: los plebeyos, que llevan entre 0 y 100 años transformados; los burgueses, que llevan entre 101 y 600 años transformados; los nobles, que llevan entre 601 y 999 años transformados; los miembros del Consejo, que llevan más de 1000 años transformados; y, por último, el Soberano, que se elige por ser el más viejo y, por lo tanto, el vampiro más sabio de la comunidad.
Cada vampiro se ocupa de sí mismo pero, dentro de la comunidad, tienen un cometido. Los plebeyos no son nada útiles y, por lo tanto, deben trabajar para mantener a la comunidad. Los burgueses se dividen en dos grupos: primero, los de entre 101 y 300 años hacen de tutores de los plebeyos para enseñarles la forma de vida y las normas de la comunidad y deben trabajar ocho años cada década; y, segundo, los de entre 301 y 600 años, deben trabajar como Guardianes cinco años cada década y trabajar los otros cinco. Los nobles también se dividen en dos grupos: los de entre 601 y 800 años, que deben trabajar cinco años cada década y, de los otros cinco, dos ayudando a la alta burguesía y los otros tres les quedan libres para hacer lo que les plazca; y los nobles de entre 801 y 999 años, que trabajan, de cada década, dos años, y trabajan como Guardianes tres años, quedándoles los otros cinco libres. El Consejo se dedica a organizar la comunidad y los años de trabajo de cada miembro para que todas las necesidades estén siempre cubiertas, también crean las leyes y juzgan a los que las han infligido. Por último, el Soberano reparte el capital de forma equitativa cada mes, toma parte en los casos más importantes, aconseja a sus súbditos y decide qué leyes se decretan y cuáles no.
En los últimos años, los Guardianes se han convertido en vampiros que pasan el cincuenta por ciento —o más— de sus vidas en el servicio y a cambio no deben trabajar. De esta forma los vampiros que no deseen trabajar como Guardianes pueden no hacerlo y seguir trabajando de forma normal.
Los vampiros, como los licántropos, tienen pseudo-vampiros que llevan una vida diurna por ellos a cambio de la vida eterna. Estos, sin embargo, no son seres humanos normales, sino que tienen una especial característica: no envejecen. Puede parecer que esta condición es más que suficiente para disfrutar de las ventajas de ser un vampiro sin tener que pensar en las desventajas; sin embargo, el miedo a morir —pues son mortales y vulnerables— siempre lleva a los pseudo-vampiros a convertirse completamente.
Como saber si alguien cercano a ti es un vampiro
Los vampiros llaman la atención de forma involuntaria: son gente excelente en todo pero son insociables aunque atrayentes. Al acercarse uno lo suficiente, cosa difícil, se puede percibir su olor ceniciento y anticuado, como los libros y los muebles añejos. Son extremadamente pálidos, tienen una vida nocturna y, si les acercas un animal, este saldrá huyendo como alma que lleva el diablo. También visten de forma elegante, generalmente con ropas caras; pero siempre quieren más, nada les parece suficiente. Aunque otra cosa que llama la atención es que, a veces, parecen no estar acostumbrados a las nuevas tecnologías.
Si le preguntas a un vampiro por su pasado, simplemente no contestará, y, cada diez años más o menos —dependiendo de la edad que digan tener—, cambian de ciudad y de nombre.
En todo caso, si a un verdadero vampiro lo acusas de serlo, te matará antes de que acabes la palabra “vampiro”, de forma que parezca que te has desmayado, y desaparecerá antes de que lo incriminen. Por ese motivo es preferible no buscar vampiros en torno a vosotros. No os lo recomiendo.”